viernes, 26 de julio de 2013

No importa el tamaño


Los microrrelatos, o microcuentos, son un género en sí mismo y han sido experimentados por diversos autores desde hace muchos años. Ya en la Edad Media se podían encontrar textos breves a los que se denominaban bestiarios. En la Argentina, la incursión en los microrrelatos comenzó a mediados del siglo pasado, de la mano de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares y tuvo su punto máximo con autores como Ana María Shuá (cuyo libro “La sueñera” contiene ¡250 textos!) y Julio Cortázar.



Con la aparición del cuento “El dinosaurio” del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, que consistía de apenas siete palabras (“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”), se acabó la discusión: se trataba éste del cuento más corto de la literatura en habla hispana. El carácter misterioso de ese pequeño texto cargado de sentido metafórico dio lugar a infinidad de interpretaciones e incluso fue revisitado una y otra vez por diferentes escritores a modo de ejercicio lingüístico.

“El dinosaurio” ostentó la corona del cuento más breve durante mucho tiempo, pero en 2005 llegó un competidor que lo desbancó. Se trata de “El emigrante”, un texto del escritor mexicano Luis Felipe G. Lomelí que está incluído en su libro “Ella sigue de viaje”. El nuevo récord: cuatro palabras ("-¿Olvida usted algo?- Ojalá").

Difícil de superar.

Publicado en la edición #7 de la revista Genoma de la Cultura, en mayo de 2010.
La imagen es de encuentosydesencuentos.files.wordpress.com

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