viernes, 26 de julio de 2013

La dictadura de Simona


Es proverbial la profunda inclinación de numerosas dictaduras por la quema de libros. Desde los más remotos confines de la historia, quienes han ejercido de modo dictatorial el poder sobre sus pueblos, han tenido la precaución de borrar aquellas “armas” que podían provocar la sublevación de los oprimidos. Bien sabido es que todo dictador tiene un desmedido miedo de dejar de ser temido.



Bien, yo les voy a contar acerca de una de las más recientes dictaduras que ha retomado el hábito de la vejación de libros. La de Simona.

Simona es mi gata.

Hay que hacer una salvedad. Simona no quema libros. Sin embargo, tiene unas cuantas estrategias para acabar con ellos. Algunas verdaderamente perversas, que no los destruyen, pero impiden su lectura, como acostarse sobre ellos cuando uno está ejerciendo inmiscuído en sus párrafos. Pero también los pisotea, arruga sus hojas, los araña e incluso hasta puede osar de comerse los márgenes.

No hay en ella una determinación ideológica. Al menos en apariencia. Puede hacerlo con un libro de Galeano o uno de Vargas LLosa, o hasta con el diario de hoy.

Alguna vez Mafalda se preguntó a qué sector de la democracia representaban los gatos. Yo me preguntaría mejor cuál es la ideología que poseen éstos felinos.

Mientras tanto, el reinado del terror de Simona para con los libros continúa, sin que ningún líder mundial se pronuncie al respecto.

Desde la resistencia seguiremos informando.

Cambio y fuera.


Publicado en la edición #2 de la revista Genoma de la Cultura, en diciembre de 2009
A la foto la saqué yo.

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